viernes, 21 de mayo de 2010

COMUNICARNOS PARA CRECER






POR ALICE PEÑA MALDONADO

Habla para que te conozca" Sócrates

La comunicación como proceso esencialmente humano es asumida por la sociedad como algo “tan natural” como beber agua, comer alimentos o respirar el aire que necesitamos, a modo de mantenernos como seres vivientes. Tal naturalización conlleva a no darle el valor justo y el significado de ésta, así como a no comprender sus implicaciones en las interrelaciones e interacciones como ser individual y social. La comunicación como proceso permite la socialización del individuo en la vida familiar, escolar, laboral, en otras palabras, en su cotidianidad.


Damos por hecho que nos comunicamos y que dialogamos sin entrar en profundidades, no obstante, el arte y la técnica que exige la comunicación y el diálogo la limitamos muchas veces a la competencia de expertos, quienes con su saber y su conocimiento están años luz de las multitudes. A esta creencia se suma la existencia de tecnología de punta en lo relativo a la comunicación e información que nos da la sensación que nos comunicamos o estamos informados.


La comunicación es parte intrínseca y extrínseca de la acción humana en relación consigo mismo, los demás y el entorno. Esto hace que siempre está presente y posea unas características muy singulares al propósito que persigue. La comunicación como eje transversal de la actividad humana comporta un modo de ser y quehacer, donde el binomio amor /verdad se harán presentes para constituirse pilares de construcción humana.

No se trata en este capítulo presentar la comunicación como una panacea, de pretender de la comunicación todo. Aquí se trata de ponderar su importancia en la vida humana, las consecuencias nefastas que acarrea cuando está ausente o no se realiza conforme a los niveles y exigencias necesarias o la reducción de los resultados cuando no se respeta el proceso que la caracteriza.


Si beber agua, comer o respirar exige de acciones conscientes ya sea individual o colectiva, como hacer represas, producir alimentos o prevenir la contaminación atmosférica, no menos la comunicación, debe ser dejada al propio entender. No basta saber un lenguaje, conocer su escritura, hablar con las personas para demostrarnos o demostrar que estamos preparados para comunicarnos. La comunicación es un proceso continuo que requiere ser evaluado para identificar posibilidades y límites en el uso cotidiano de la vida.

El hombre y la mujer como seres esencialmente comunicadores y dialógicos desarrollan esta práctica en la medida que se relacionan e interactúan con el otro o la otra, incluso consigo mismo. La esencia de esta capacidad puede ser observada en su misma corporeidad, capacidad para observar, escuchar y hablar, capacidad para abrazar y caminar, capacidad de hacer, actuar y realizar, entre otras. Capacidades que pueden quedarse en la apariencia pues damos por hecho su uso consciente. Aunque la realidad desdice mucho pues cuantos problemas y obstáculos hallamos en la comunicación consigo mismo y con los demás.


Desde que nace el ser humano, sus capacidades comunicacionales y dialógicas se ven afectadas positiva o negativamente por el manejo de ésta en su entorno inmediato. Mitos y condicionamientos históricos y culturales restringe las posibilidades de su acción comunicativa y esto obstaculiza al hombre y la mujer en sus semejanzas y diferencias recrearse, liberarse y trascender con el otro sus propias historias.


Es necesario reconocer de antemano la función de la comunicación en la vida humana, ella no es un fin en sí mismo, sino un medio para lograr aspectos de la existencia. Esta aclaratoria vienen dada por la práctica cotidiana donde el énfasis tecnológico del medio comunicacional e informativo ha ocupado un papel primordial y se ha dejado de lado propiamente el proceso humano en el que está inmerso. Proceso humano que si bien busca resultados, se construye desde las necesidades, intereses y expectativas del hombre y la mujer desarrolladas en su realidad histórica y cultural de valores y prácticas sociales.


En nuestro mundo actual la búsqueda de resultados inmediatos y a mediano plazo pone en riesgo este proceso por lo que es amenazada su continuidad y alterados los mecanismos y espacios de acción comunicativa y dialogal.

Basta preguntarse ¿cómo se comunica la gente? en el ámbito familiar, escolar, laboral, etc. Y se observa que la práctica comunicacional asume formas patriarcales donde la verticalidad, la prisa, la imposición, la dominación, la unidireccionalidad hace que la “comunicación dada” no sea comunicación.


Ahora ¿qué es la comunicación? es el proceso mediante el cual dos o más personas se interrelacionan e interactúan para su enriquecimiento y mejoramiento mutuo en miras a un propósito común, asumiendo sus semejanzas y sus diferencias, las cuales son necesarias para el desarrollo creativo y transformar. Para su logro y consolidación es imprescindible superar la barrera histórica en lo cultural, social, política y económica, así como los condicionamientos y mitos subyacentes en sus entornos.


Este concepto de comunicación abordado desde una mirada matrística no patriarcal asume la realidad humana como algo inacabado, en la dinámica dialógica situacional y proyectiva, lo que le permite a la mujer y al hombre encontrarse, aprender juntos y construir realidades.

Bajo estos parámetros existenciales la comunicación se lleva a cabo en un proceso donde intervienen la información como base del proceso, el encuentro real de los sujetos de la acción comunicativa en un espacio social y tiempo histórico determinado, el diálogo e intercambio de palabras, gestos y actos, el conocimiento como producto del sentipensar para la producción de un cómo, la sinergia que cohesiona para un actuar armónico, el compromiso consciente y responsable de los sujetos históricos y la construcción a partir de las palabras y acciones concretas.

Para comprender el valor de cada uno haré algunas reflexiones respecto a los aspectos señalados en el cuadro anterior.


Se comprende la información como la materia prima fundamental para la toma de decisiones y está constituida por mensajes sobre un determinado hecho o fenómeno de la realidad. La mente humana tiene la necesidad de alimentarse de datos que ingresan a su sistema mediante los sentidos de la vista, oído, tacto, gusto y olfato, la cual es procesada por el cerebro triuno (cerebro básico, cerebro límbico y cerebro neocortez que se divide en hemisferio derecho e izquierdo) para convertirla en información e insumo para la elección y formación de criterios que van a determinar e incidir en respuestas y acciones cotidianas.


Observar, escuchar, tocar, sentir, gustar, oler, percibir son acciones básicas que deben ser aprendidas con conciencia para garantizar su buen uso y adecuado desarrollo. Además de desarrollar la curiosidad, el interés por el ¿qué? y ¿por qué? de las cosas, la persona debe ir en la búsqueda de la verdad. En esta primera etapa son muchos los obstáculos que se presentan que no permiten obtener la información pues los prejuicios, la desconfianza, la ambigüedad, el ruido, la inconstancia, la incredulidad, el cansancio, la apatía, entre otros puede cegarnos o constituirse filtros e impedirnos para acercarnos a la realidad objetiva y subjetiva.


Con la información los seres humanos disponen de datos básicos acerca del entorno donde vive o habita otros, tiene una aproximación sobre el contexto histórico, geográfico y situacional de sí mismo y de los otros que le permiten un acercamiento inicial.


La curiosidad en este nivel y la búsqueda de una mayor verdad en el sujeto lo llevan a interrogarse para ir a la concreción de la respuesta. Respuesta que no necesariamente está organizada sino que debe ser trabajada para convertirla en información.


Alcanzado esto la persona busca compartirla e inicia el encuentro con otro yo en un espacio social y tiempo histórico real, satisfaciendo la necesidad corpórea de expresarse en todas sus dimensiones (afectivo relacional, cognoscitivo experiencial, realizacional y espiritual trascendente en acción).


Se manifiesta al mismo tiempo y de modo simbólico, realidades conscientes e inconscientes de sí mismo. Conocerse y conocer al otro da pie gracias al encuentro real. La posibilidad del cara a cara, de la corporeidad con la otra corporeidad en un espacio común crea un precedente que permite una nueva decisión para avanzar o retractarse.


Somos seres corpóreos en relación que se expande hacia el otro con los fines de recrear, de co-liberarse para transformar. Complementándose e integrándose en la vida cotidiana. El encuentro viene dado por un interés, por un propósito para lograr y alcanzar un fin determinado por la información. En este interés y propósito es común y diverso pues va a depender de las perspectivas personales o grupales, de la escala de valores, de su experiencia, de la información. En el encuentro se hará evidente las diferencias y las semejanzas que los une en la búsqueda del interés común. El respeto identitario y el sentido de pertenencia es fundamental en cuanto la cultura de la que se procede con sus retos y desafíos históricos, valorando y aceptando las diferencias.


Como derivación del encuentro se procede al diálogo como una forma concreta de interrelación en la que se intercambia mensajes objetivos y subjetivos, donde los valores y las actitudes de los sujetos comunicantes van a ser definitorios en la realización del diálogo. Esta etapa pretende preservar simultáneamente el interés personal y el bien común. El diálogo por excelencia es un momento que revela nuestra madurez relacional y desarrollo de capacidades reales. Permite el intercambio y enriquecimiento de saberes y conocimientos propios.


La autenticidad en el pensar, sentir y actuar manifestada en el poder de la palabra, el sentido de la vida, la búsqueda de la verdad, el sentido del otro y del bien común, la fe y la confianza en sí mismo y en el otro, la capacidad de escucha, son elementos para que el dialogo resulte humanizador creativo y liberador.

Aquí ya no se trata de la posibilidad de comunicarnos sino el ejercicio práctico y consciente de estar con el otro que llevan a los sujetos a valorar críticamente las consecuencias positivas y negativas de sus propias actitudes y comportamientos, así como la de los otros.


El diálogo de las partes es el intercambio y retroalimentación de la información manejada por ambos, el reconocimiento y aceptación de las diferencias y competencias, el enriquecimiento de las partes y la comprensión de las necesidades, intereses y expectativas en el empeño de jerarquizarlas con el propósito de consensos.

Alcanzado el encuentro y el diálogo, y haciéndolo continuo en el tiempo y el espacio se va generando el desarrollo de la palabra que libera las capacidades creativas. Convirtiendo la palabra en un poder que permite la producción de conocimiento necesario, que es desarrollado desde el interés de los sujetos comunicantes y dialogantes y de su propio entorno, sin perjuicio a terceros. Este conocimiento les da sentido y direccionalidad desde el sentipensar para las acciones futuras. Ya no se trata de un qué sino que responde a un cómo. Idea y practica, teoría y método, se produce para ser compartido con otros.


El conocimiento es producto de la convergencia de identidades diferentes en función a un propósito común. No es estático. Es permanente. En la medida que el proceso de la comunicación suceda y se desarrolle el conocimiento alcanzará mayores niveles de complejidad y profundidad.


Llegar a esta etapa es el resultado de innumerables encuentros y diálogos focalizados a un objetivo común que involucra tiempo y centralidad, así como fe y confianza en la empresa establecida por los interesados e involucrados del proceso comunicacional.

El conocimiento obtenido va a permitir nuevas decisiones en el ámbito de la participación individual, grupal, etc. Provocando un cambio relacional significativo, alcanzando una visión integradora y unidad en la diferencia que va a dar por inaugurada la sinergia en la acción y la cohesión de sentidos y de esfuerzos.


Una integración de propósitos, intenciones y sentidos va a resultar algo más que la suma de estos, creando más resultados o un producto superior que aprovecha y maximiza las cualidades de las partes si estuvieran separadas. La palabra sinergia proviene del griego “synergo” que significa literalmente “trabajando en conjunto”.

La comunicación verdadera va a contribuir a este estado donde la cooperación es una de sus consecuencias Una visión de conjunto va a permitir una expansión en el campo de acción. La suma uno más uno dará como resultado tres, donde el todo es más que la suma de sus partes.


La sinergia va a estar fundada en un "todos para uno y uno para todos" como resultado de la cohesión y visión integradora. “Un mismo sentir y un mismo obrar” es la base que la sustenta que cataliza las diferencias para favorecer y acelerar el desarrollo del proceso comunicacional en función de su proposito, lo que no significa que homogeniza y estandariza la acción particular.

La unidad y la solidaridad son caracteristicas de este momento que va a permitir la cooperación y colaboración de los sujetos comunicativos en torno a objetivos comunes y trascendentes.


Alcanzar esta capacidad de respuesta genera el compromiso de las partes en producir en la realidad el “cómo”, desde las capacidades humanas ideaticas y creáticas que se adecuan a la realidad como tal. Cualidades competitivas van a permitir el logro de los propositos comunes.


Producir en la realidad lo que se quiere y se desea conjuntamente con el querer y el deseo del otro es llevar a concreción el proyecto ideático a creático. Es generar tecnología es decir saberes y conocimientos que permiten producir objetos y modificar el entorno o nosotros mismos para satisfacer la necesidad observada, los intereses planteados y las expectativas sentidas. Hace tangible (diseño+elaboración+creación) lo que hasta ahora estaba en estado intangible (información+conocimiento).


Al ejercerse este compromiso se inicia la construcción del proyecto el cual implica un cambio permanente de los seres humanos en la acción y una transformación del entorno. Cambio de lo humano y transformación de la realidad como fines último del proceso de la comunicación humana.


Cuando los seres humanos liberan sus capacidades creadoras pueden transformar la realidad cotidiana lo que producen experiencias significativas que pueden convertirse en nuevos modelos de actuación y realización cultural y social. Trabajo productivo es el resultado de los sujetos que generan nuevas realidades.

Como hemos visto, la comunicación es un proceso complejo y que va in crescendo en la medida que se repite una y otra vez el proceso. Va a depender de los sujetos que se comunican y dialogan en un espacio social y tiempo determinado, la cual se expande en la medida que se va alcanzando interrelaciones e interacciones profundas en busca de objetivos comunes.

Culminado este se inicia un nuevo proceso y a su vez cada instancia inicia nuevos espirales en la medida que surgen nuevas necesidades a satisfacer. Necesidades que se expresan en la comunicación intrapersonal e interpersonal, en su relación con la pareja, en la familia, en el grupo, en su trabajo, etc. Complejidad e incertidumbre va a acompañar estos niveles dependiendo el grado de la capacidad comunicativa de los sujetos que intervienen.


El ser humano en este itinerario logra nuevos aprendizajes y adquiere nuevas experiencias que le permiten el desarrollo como humano desde lo individual y social. Desarrollo que está vinculado con su intención objetiva/subjetiva. Este crecimiento va a estar vinculado con su intención y propósito consciente e inconsciente.

Es importante destacar que la información y el conocimiento son aceleradores de este proceso y que el encuentro y el dialogo son catalizadores de nuevos compromisos y consensos que orientan los fines personales, grupales y colectivos., a partir de sus nuevas necesidades, intereses y expectativas.


Consideraciones finales


Hombre y mujer somos seres para la comunicación y el diálogo. Y muchas son las razones para que ambos se interrelacionen e interactúen. Mas una es trascendental: Conocerse a sí mismo para recrearse y co-liberarse para transformar.


Tarea que se realiza no en la soledad ni en el ensimismamiento sino en el encuentro con el otro. Surge el yo como procedente del encuentro con el tu que acoge y ama, se afirma y se constituye en un ser personal (Cabada, 1994). No somos sin el otro y nos hacemos con el otro. En esta dialéctica el proceso de la comunicación está implícito como fruto y fundamento del amor que se hace cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento. Todos conformando una interdependencia mutua.

El amor como categoría esencial de la existencia hace que la comunicación humana sea siempre creadora, liberadora y transformadora. La negación de este principio de vida provoca la ruptura de su esencia: deshumaniza y obliga a la naturaleza a destruirse, a oprimir al otro y a depredar la naturaleza y lo que le circunda.


El amor va a permitir la apertura y la confianza hacia el otro, y el surgimiento de la verdad para darle concreción interna y externa a lo humano, integrándolos en uno solo.

Integrarnos como ser humano (hombre-mujer), como persona individual, como ser social y dentro de una realidad histórica determinada es un esfuerzo que requiere no sólo capacidad sino competencia comunicativa.


Condiciones para esta comunicación y diálogo se hace desde el poder y la solidaridad masculino y desde el poder y la solidaridad femenina donde cada uno sujeto asume la fe y confianza hacia sí mismo y el otro, en la búsqueda de una verdad mayor, desarrollando sentido de la vida y de la palabra creadora, liberadora y transformadora. Sin negar la existencia de sus antítesis como la desconfianza e insolidaridad, el engaño y el miedo, la anomia e irresponsabilidad y el potencial destructor, opresor y depredador que convive en la naturaleza humana, y consolidada a través de los mitos y condicionamientos deshumanizadores y deshumanizantes que se han producido a través de la historia.


Incorporarse al proceso de la comunicación de modo consciente y responsable, hace la diferencia de otro intento de comunicar. Pues va a exigir que tanto el hombre como la mujer superen sus propias contradicciones y afronten con la verdad los obstáculos que surgen en el devenir, no sin antes restaurar la primacía y la valoración del amor en la acción comunicativa.