domingo, 5 de octubre de 2008

¿Medios para Legitimar el Discurso Opresor o Fortalecer la Acción Emancipadora?


LIBERTAD DE EXPRESIÓN
¿Para legitimar el discurso opresor o fortalecer la acción emancipadora?


Cuando en 1948 en la Declaración de los Derechos Humanos se estableció la libertad de expresión y a la información como derechos de todo hombre y mujer en su necesidad de comunicar su pensamiento y sentir acerca de sí mismo, del otro y del entorno que le rodea, todos los Estados que conforman las Naciones Unidas suscribieron la defensa y la protección a sus conciudadanos en la garantía de estos derechos.


La libertad de expresión y a la información son derechos inalienables que permite a los ciudadanos y ciudadanas exponer opiniones y conocimientos acerca de diversos temas y problemas de interés colectivo y desde su realidad concreta. Estas libertades se fundan en la capacidad humana de reflexión e interpretación de la realidad para compartir su visión a objeto de incidir o influir sobre ésta, o simplemente para denunciarla y criticarla en miras a un cambio que considera válido. Hecho que se materializa con la información veraz y pertinente que todo ciudadano debe contar y disponer para su análisis y así manifestar su criterio como persona.
La satisfacción de la libertad de expresión debe ser entendida desde su propia significación y sentido que le da el colectivo. En el caso de Venezuela, nuestra Constitución establece la libertad como derecho y la proclama como esencia de la persona, por tanto, como valor, como situación, como capacidad de elección, como un estado de la conciencia, que permite su desarrollo como ciudadano y ciudadana. En cuanto libertad de expresión establece el Artículo 57 que “toda persona tiene derecho a expresar libremente sus pensamientos, sus ideas u opiniones de viva voz, por escrito o mediante cualquier otra forma de expresión y de hacer uso para ello de cualquier medio de comunicación y difusión, sin que pueda establecerse censura. Quien haga uso de este derecho asume plena responsabilidad por todo lo expresado. No se permite el anonimato, ni la propaganda de guerra, ni los mensajes discriminatorios, ni los que promuevan la intolerancia religiosa.”


Cuando los venezolanos nos conferimos en 1999 la constitución nos expresamos como colectivo, lo que conlleva a derechos y deberes individuales, grupales, sociales e institucionales. No obstante, esto no determina una nueva realidad, si no se toman medidas para cambiar las condiciones y los factores de poder, que aún se mantienen intactas y persisten en los medios de comunicación privados, los cuales atentan contra la garantía y el uso debido del derecho, pues la práctica de la libertad de expresión aún no está basada en el sentir y querer de un pueblo sino la impone el discurso hegemónico del sistema capitalista, donde la libertad del mercado, la publicidad excesiva, el culto al consumismo, la cultura del miedo y la violencia mediante los informativos, programas de opinión y películas prevalecen de mil formas para apuntalar los intereses de unos pocos sobre las mayorías.


Esto lleva a repensar lo que estamos haciendo como ciudadanos, como grupos, como instituciones. Considerar las acciones que se han hecho para visibilizar las perversiones del sistema imperante. En este sentido, el educador brasileño Paulo Freire puede aportarnos la posibilidad de un método: la concienciación como praxis liberadora.


No basta el reconocimiento de las alternativas a explorar y a favorecer la libertad de expresión de todos y cada uno de los venezolanos, no sin antes, reflexionar las actitudes de opresión, tanto del dominante como del dominado, del opresor como del oprimido. Las manifestaciones de ambos, permiten ver que la reproducción y el mantenimiento del sistema en cuanto se estimula a grandes dosis la desigualdad social, la ambición económica, la manipulación y saturación mediática, así como la omnipotencia tecnológica.


Ante este panorama, Freire asoma cuatro caminos que buscan un sólo propósito: la liberación del ser humano y la emancipación de los pueblos respecto al sistema de opresión capitalista. El educador brasileño aplica su teoría en el ámbito educativo como espacio de formación de la personalidad, sin embargo, debido al enfoque político que tiene de la educación, resulta valida su aplicación en el ámbito de los medios de comunicación social, por ser un espacio de formación de opinión, difusión de información y generador de valores, actitudes y conductas. Su planteamiento que fue presentado en la década del sesenta, en su obra “Pedagogía del Oprimido” (1968) y que en “Pedagogía de la Esperanza (1992) sostiene que su crítica aún mantiene vigencia, debido a la acción neoliberal y la globalización del mercado, desplegada en las economías y pueblos latinoamericanos, por lo que es oportuno valorar su propuesta dada su pertinencia en el tiempo histórico y espacio social que estamos construyendo en Venezuela.


Como caminos a transitar, contrarios a la conquista económica, a la división social, a la manipulación ideológica y la invasión cultural, propone la colaboración, la unión, la organización y la síntesis cultural, que en términos de hoy, podríamos decir, la cooperación, la solidaridad, la organización y la producción cultural como formula de lucha para contrarrestar la acción antidialógica del sistema imperante que viene orquestada desde los centros de poder mundial y sobre todo con el apoyo del gobierno y Estado norteamericano, quienes utilizan todos los medios habidos y por haber para reforzar valores, actitudes y conductas cónsonos a sus intereses. Intereses que se expresan en necesidades y expectativas de individuos y grupos sociales pero que no responden al bien común de los pueblos y las naciones.


El quehacer que exige por parte de los ciudadanos y ciudadanas para que se establezca la auténtica libertad de expresión tal como lo establece la Constitución pasa por el desmontaje ideológico que sustenta las expresiones de hombres y mujeres sometidos y oprimidos pero también por la capacidad colectiva de hombres y mujeres indignados de esta situación opresora y que liberados promueven los espacios dialógicos para la cooperación en detrimento de la competencia, favorecen la solidaridad en menoscabo al individualismo, impulsan la organización en base a los intereses comunitarios y nacionales y producen una cultura basada en la identidad originaria.


Si de libertad de expresión se trata, hoy no basta hablar es necesario actuar para hacer de nuestra expresión un simple eco de los hechos y acciones que superen y nos liberen de las situaciones opresoras. Solo así podemos hablar de libertad de expresión y liberar desde la palabra y acción liberadora.